El extintor de incendios fue diseñado por el Capitán William George Manby y fue muy efectivo para apagar el fuego.
El instrumento fue registrado en Inglaterra en 1739. El primer
extintor constaba de cuatro cilindros, uno era de aire comprimido, que era necesario para que el agua saliera a presión, y los otros tres eran de agua.
Años más tarde, hacia 1905, se realizó una mejora importante en el instrumento: el extintor comenzaría a expulsar bicarbonato de sodio en lugar de agua.